Los expertos advierten sobre la "inmunidad de rebaño".

La idea de que puede alcanzarse dejando que el virus se propague es falsa, según los especialistas; el ejemplo de Suecia.

 

 

El nuevo coronavirus se propagó muy rápido porque, como nadie había tenido contacto con el microorganismo, todos éramos susceptibles a la infección. Sin drogas ni vacunas para frenarlo, causó cientos de miles de muertes en solo cuatro meses. Sin embargo, algunos sugieren que una buena estrategia para frenar la epidemia sería dejar que el SARS-CoV-2 infecte a mucha gente para alcanzar la llamada "inmunidad de rebaño". Es decir, un número suficiente de individuos inmunes al virus que detengan su transmisión. Ayer, versiones periodísticas le atribuían esa intención al gobierno de la ciudad, que sin embargo se apresuró a desmentirla.
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Tampoco es esa la estrategia que aconsejaron los expertos del comité asesor del Poder Ejecutivo. "Primero, no sabemos si los anticuerpos son protectores o no, de modo que no podemos asumirlo -afirma Pedro Cahn, uno de los especialistas que lo integran-. Segundo, un contagio masivo haría que se sumen 1000 o 2000 casos en un día, y eso haría imposible buscar a los contactos y aislarlos. Sería sumamente riesgoso, de ninguna manera estamos de acuerdo con esa política".
"Eso no es para nada lo que sugerimos; si no, no haríamos la cuarentena -coincidió Eduardo López, infectólogo del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez-. No sé quién dijo eso. Cuando uno plantea 'que nos contagiemos todos', no se refiere solamente a los adultos jóvenes o los chicos, que tienen una evolución muy buena, sino también a los adultos y chicos con factores de riesgo, y a los adultos mayores. Es absolutamente incorrecto y está demostrado que no sirve".
Como señala López, el experimento de dejar circular el virus con pocas restricciones va más allá de una hipótesis teórica. Es un experimento que se puso en práctica, y cuyos resultados se están viendo en vivo y en directo. Es el modelo que utilizó Boris Johnson en el Reino Unido y del que debió retractarse. Es el que usó Jair Bolsonaro en Brasil y, en cierto sentido, Donald Trump en Estados Unidos.
Uno de los países que en un primer momento se esgrimieron como un modelo fue Suecia. Optó por dejar circular el virus controlando solamente que no colapsara el sistema de salud. Tiene 10 millones de habitantes y 2679 muertos (12% de letalidad). Noruega, otro país escandinavo, pero que dispuso una cuarentena temprana, tuvo un tercio de los casos confirmados y 214 muertes (3% de letalidad), según datos de la Universidad Johns Hopkins.

Pero, al parecer, la estrategia de dejar que nos infectemos todos es incluso una falacia teórica. Según explica Roberto Etchenique, químico analítico de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, técnicamente, solo puede lograrse con la vacunación.
"Si en una población uno tiene un R3 (cada paciente les transmite el virus a tres personas), en cada generación la cantidad de personas infectadas aumenta tres veces -detalla-. Supongamos que la mitad de esa gente está inmunizada y no lo transmite, entonces el R baja a 1,5. Si las dos terceras partes están inmunizadas, el R baja a 1, y si el 70% están inmunizadas, el R baja a menos de 1. Eso significa que si a ese grupo llega un extranjero con Covid, se lo transmitirá a uno o dos contactos y enseguida desaparece, porque se encontrará con individuos inmunes. Pero eso no funciona en medio de la epidemia. Aunque es verdad que cada vez hay menos gente nueva para contagiar, al mismo tiempo hay cada vez más personas contagiadas. En la Argentina, por ejemplo, en el momento en que se llegue a la inmunidad de rebaño, con un pico máximo de millones de contagiados, morirían más de 200.000 personas. Para un R0 como el del SARS-CoV-2, la inmunidad que se obtiene dejando que el virus avance es solo del 6%, o sea que no es un buen rebaño, no sirve para nada. En vez de morir el 0,5% de 44 millones, moriría el 0,5% de 41 millones, que es más o menos lo mismo".
Y agrega: "Si uno quisiera hacer una inmunización de rebaño real, tendría que elegir a qué grupo proteger y debería inocular el virus en un plan programado, algo que sería completamente ilegal e inhumano. Sería como una 'seudovacuna' con una enorme tasa de mortalidad. Con lo otro que proponen mueren personas sin distinción. La inmunidad de rebaño en esas condiciones es una montaña de ataúdes".
Tampoco Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología y miembro del comité asesor, toma en cuenta esa posibilidad. "Las discusiones acerca de si se flexibiliza o no el aislamiento tienen que darse en el contexto del análisis de los datos epidemiológicos -dice-. En la Argentina, tenemos la capacidad de hacer esto con expertos del Conicet que nos ayudan a establecer criterios muy claros a la hora de decidir qué hacer para no correr riesgos. Los países que intentaron dejar correr la infección para inmunizar a la población ahora paradójicamente están en cuarentena y con miles de muertos".

(Nora Bär – La Nación)