Panamericanos. Delfina Pignatiello: sus confesiones detrás de los tres oros en Lima 2019

Delfina ya piensa en un descanso en Panamá antes de volver a los entrenamientos rumbo a Tokio 2020.

LIMA.- El empujón final se lo dio AC/DC. Después, cuando se quitó los auriculares, Delfina Pignatiello se tiró a la pileta y le puso rock & roll a una proeza que nunca olvidará: tres oros en los Juegos Panamericanos que la transforman en la nadadora argentina más exitosa de la historia en una misma cita de este nivel. Delfi abandona Lima como abanderada de la delegación albiceleste, pero al mismo tiempo deja un mensaje muy esperanzador para el deporte nacional: a los 19 años coquetea con un sueño olímpico en Tokio 2020 que menciona cada vez que puede.
Es una chica llena de contrastes, porque por un lado apabulla al momento de competir, como la forma en que remató la prueba de los 1500 metros ante la chilena Kristel Kobrich. Pero así como es una tromba en el agua, se convierte en una adolescente sensible que se descontractura por completo ante algunas preguntas.
Ella ama nadar, pero nadie la obliga a hacerlo. Le dedica el tiempo suficiente, pero si algún día decidiera abandonar la natación, la seguiré amando igual
De repente se ruboriza, empieza a tentarse con una carcajada y se tapa los ojos con sus uñas pintadas con los colores argentinos. Este monstruo acuático que luego vuelve a mutar en una delicada princesa encarnó el papel que se presumía: fue la gran estrella de una fuerza-país que sorprendió por una cosecha récord de medallas doradas en el exterior, un fenómeno que ni siquiera planeaban los que se la pasan haciendo números.
La historia de la sanisidrense tuvo un final de Disney, pero para que alcanzara el tercer oro hubo que restablecerse de unos 38 grados de temperatura y un malestar que hasta la hizo amagar con no presentarse. "Si bien el viernes me acosté sintiéndome bastante mal, a veces la cabeza manda más que cualquier sensación corporal. Entonces me dije: '¡Basta! Vamos a dormir, vamos a descansar para mañana; te vas a despertar bien'. Por suerte descansé durante la mañana, porque los 1500 eran final directa y pensé: "Delfi: hoy es el último día, hay que darlo todo y te entrenaste todo el año para esto. Es tanto el esfuerzo, las horas y la dedicación que damos cada uno, tanto el equipo como el cuerpo técnico, que reflexioné: "Me queda una carrera". Porque además está toda la gente que nos acompaña. Y así fue: dejé todo.
-Y además hiciste historia, ¿qué te representa?
-Estoy recontracontenta. No solo por mi rendimiento, sino también por el de toda la selección, por cómo nos fue a todos. Todo fue histórico; creo que llegamos a un récord de medallas. Ya desde la primera jornada la rompimos, en medio de ese aliento que se sintió acá en Lima. En cada carrera dimos nuestro ciento por ciento, corriendo con el corazón. Estoy muy orgullosa de todos nosotros.

-¿Cómo pensaste la carrera de los 1500, después de consagrarte en los 400 y 800? ¿Ese remate final ya lo tenías en la cabeza?
-Normalmente yo tengo muy buen cierre. No sé si es algo que vengo practicando en el entrenamiento, pero siempre me surgió así: desde que tengo 14 años y compito en los Nacionales, toda mi vida tuve un buen cierre. Entonces sabía que contaba con ese plus; estaba al tanto de que si se entablaba el duelo con ella podía cerrar bastante fuerte. Corrí muchas veces con Kristel: a veces me ganó ella, otra veces yo, pero es una muy buena rival. Siempre nos cruzamos en los Sudamericanos, en los Argentinos. Como dije antes, siempre está bueno correr con alguien.
-Se notó un gesto de alivio cuando terminaste la carrera. ¿Sentiste mucho la presión?
-Estaba contenta. Sentí alivio porque fue una prueba dura. Arranque primera, dominando la carrera. Luego, en una vuelta medio que me quedó larga y la chilena me alcanzó. Después fuimos juntas y estuvimos ahí apretaditas. Pero fue una carrera totalmente mental. Los 1500 no son como los 50 metros libre, que te tirás y tenés que hacer la partida y la llegada perfectas. Es una carrera llevadera, que tenés que enfrentarla con mucha cabeza. Y eso es lo que tratás de poner al momento de la competencia. Aunque es obvio que no es lo mismo entrenarse sola en un club que tirarse ahí en medio de un estadio que se caía, más o menos. Pero son cosas que hay pasar, donde se aprende y se gana experiencia. Todo suma para el camino a Tokio.
-¿Hay diferencia entre las pruebas en donde partís como favorita y las que no?
-La idea es no pensar en eso, sino correr con la confianza de lo que se entrenó y se hizo. Siento que si estoy contenta y disfrutando, nado mucho mejor. Es lo que estoy intentando hacer: venir, disfrutar y dar todo de mí. ¿Por qué? Porque sé que lo dejé todo en estos últimos meses y le meto mucha dedicación junto con mi equipo de trabajo, con mis amigos, mi familia. Fueron muchas horas de esfuerzo, y al haber disfrutado el momento acá pudieron salir cosas muy buenas. Siempre hay que intentar estar relajada.
-¿Fue un torneo con una exposición distinta? ¿Cómo viviste estos Panamericanos respecto de la presión y la manera de exponerte?
-La exposición es algo medio complicado, porque no dejo de ser una adolescente a la que le gustan las redes sociales, de compartir cosas con amigas y amigos. Es lo que haría cualquier chica de 19 años. Lo que tengo que hacer es bajar y estar con los pies en la tierra; es lo que estamos buscando con mi entrenador. Pasa que todavía tengo un montón que mejorar. Y por más que me haya ido superbien acá y no quiera parecer como si me creyera Dios, ahora vuelvo a mi casa y me sigo entrenando. Esto no termina acá. Es decir, estoy superorgullosa de mí rendimiento y del equipo, además de toda la historia que estamos haciendo. Pero hay que seguir adelante hacia el sueño olímpico.
-¿Cómo te sentís por la designación de abanderada para la fiesta de cierre en el Estadio Nacional de Lima?

-Me lo dijeron cuando estaba almorzando; le había llegado un mensaje a mi entrenador, pero ya me habían comentado que me iban a postular con posibilidades de serlo. Y yo respondí que sí, que me encantaría, que me llenaría de orgullo. Pero en realidad no quería pensar mucho, porque estaba concentrada en la última carrera. Me llena de orgullo llevar la bandera como sea: en la gorra, en el uniforme, en la mano, donde sea. Me colma de felicidad porque no hay nada más lindo que representar a los colores de Argentina.
-¿Cuál fue el momento que más disfrutaste de Lima 2019?
-Todo: los momentos en que charlamos en el micro al regreso para la Villa Panamericana, o las comidas juntos, tirando chistes o jugando a las cartas. Hasta cuando tocó alentar en la posta y gritar como desaforados hasta que no te quedara voz. También, cuando teníamos que hacer una entrada en calor, todo, todo. A estos Panamericanos intenté disfrutarlos enteros, pero podría destacar el momento de escuchar el Himno mientras veía a mis viejos en una tribuna y a mi entrenador en la otra. Es un instante muy cortito, de menos de un minuto, pero te pone la piel de gallina y no sabés si vas a llorar o a reír. O si vas a entonar las estrofas. Se te cruza tanto por la cabeza que decís: "Quiero parar este momento y guardarlo en mi cabeza y en mi corazón para siempre".
-En el primer oro hiciste el gesto de básquetbol, el segundo el chasquido de Thanos, y en el tercero fueron dos besos: uno para la abuela y otro para la cámara.
-El beso para mi abuela nunca falta, pero el otro fue para todos, porque nunca estoy sola. Es un deporte individual y obviamente soy yo quien se está tirando a la pileta, pero detrás hay mucha gente que apoya y acompaña todo el año, incluso por fuera de mi equipo de trabajo y mi círculo íntimo. Hay montones de personas tirando buena onda por las redes, la gente que te cruzás en la pileta, en el club, con ese "¡Vamos, Delfi!". Se crea una ambiente de apoyo que ayuda un montón. Estoy muy agradecida.
-¿Cuánto te motivan o te cargan estos tres oros panamericanos para seguir?
-En cualquier carrera deportiva hay altibajos y puede haber cambio de entrenador, lesiones o pueden ocurrir un montón de cosas. Incluso problemas personales, familiares, de todo. Pero lo importante es tener la fortaleza y el sueño claro como para poder superarlo y contar con el apoyo de la gente que te rodea, que es con lo que conté durante estos días. Fundamentalmente mis viejos. Obviamente que un torneo como éste siempre ayuda a motivar y darme todavía más ganas de las que ya tenía para seguir este sueño olímpico.
-Ahora, tus vacaciones a Panamá.
-Voy a tener que mantener en forma, pero siempre viene bien por lo menos una semana al año para relajar un poco la cabeza, porque hasta Tokio no voy a tener vacaciones. Así que es momento de relajar la mente. Pero cuando vuelva es paliza, paliza y paliza hasta los Juegos, ¿eh?
Por: Gastón Saiz – La Nación.