Un alivio para tomar impulso y no relajar el control fiscal

Con el pago en efectivo, pasado mañana, a los holdouts con títulos impagos desde fines de 2001 y, luego, a los bonistas que aceptaron los canjes de deuda de 2005 y 2010 pero desde mediados de 2014 quedaron como rehenes del juez Thomas Griesa, la economía argentina estará en condiciones de abandonar el cortoplacismo que la caracterizó a lo largo de los últimos 14 años.

Para salir del virtual "Veraz" al que había sido confinada en los mercados financieros internacionales, contó con una impresionante demanda de títulos (casi 69.000 millones de dólares) por parte de inversores que respondieron con el bolsillo más que con el corazón. La tasa promedio de 7,14% anual para colocar poco menos de una cuarta parte, es enormemente atractiva para un mundo financiero abundante en liquidez y bajos rendimientos. Sobre todo, sin mayores riesgos a la vista. Un país que sale del default parcial difícilmente recaiga en incumplimientos. Y menos con la reducida relación deuda en moneda extranjera/PBI que dejó el kirchnerismo, más por necesidad que por virtud ante la imposibilidad de financiarse en los mercados externos. Nadie quiso quedarse afuera del prorrateo y de ahí que todos los interesados reforzaran la demanda.