La travesía incluyó escalas internacionales, colaboración de aliados y riesgos crecientes bajo vigilancia extranjera y estatal.


María Corina Machado, líder opositora venezolana, realizó un viaje secreto y lleno de obstáculos para llegar a Oslo y recibir el Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, debido a los retrasos en el trayecto, el galardón fue recogido por su hija, Ana Corina Sosa Machado.
La travesía, marcada por el secretismo y que comenzó con una peluca y un disfraz, evidenció los riesgos que enfrentan los dirigentes opositores bajo el régimen de Nicolás Maduro.
La salida de Machado de Venezuela se mantuvo en el más estricto secreto. Funcionarios estadounidenses confirmaron que la operación se planificó cuidadosamente para evitar cualquier filtración que pudiera poner en peligro la integridad de la dirigente.
El entorno de la opositora optó por no divulgar información sobre el viaje hasta que ella se encontrara fuera del país, una decisión motivada por la vigilancia constante del régimen de Maduro y el temor a represalias. Machado no había aparecido en público desde enero, lo que alimentó las especulaciones sobre su paradero y la posibilidad de que lograra llegar a la capital noruega.

El itinerario de Machado comenzó el lunes por la tarde, cuando, con una peluca y un disfraz, según pudo saber el Wall Street Journal, comenzó su huida de Venezuela. En primer lugar, debía trasladarse desde el suburbio de Caracas donde llevaba un año escondida hasta un pueblo pesquero costero, donde la esperaba una lancha.
El periódico citado informó que, a lo largo de 10 horas estresantes, Machado y dos personas que la ayudaron a escapar pasaron por 10 puestos de control militares, evitando ser capturados cada vez, antes de llegar a la costa a medianoche, dijo una persona cercana a la operación.
La opositora abandonó Venezuela por vía marítima rumbo a Curazao, una isla situada a 65 kilómetros de la costa venezolana. Y lo hizo en una lancha de pesca de madera en medio de un mar picado y fuertes vientos. “Coordinamos que ella iba a salir por una zona específica para que no volaran la embarcación”, dijo una persona cercana al operativo.
Casi al mismo tiempo que cruzaron, dos aviones F18 de la Armada de EEUU sobrevolaron el Golfo de Venezuela y pasaron aproximadamente 40 minutos volando en círculos cerrados cerca de la ruta que la llevaría desde la costa hasta Curazao. Desde allí, abordó un avión privado Legacy 600, matriculado en México y operado por JetVip Business Aviation, con capacidad para 13 pasajeros.
La aeronave partió del Aeropuerto Ejecutivo de Miami Opa Locka hacia el Aeropuerto Internacional Hato de Willemstad, en Curazao, donde recogió a Machado. Posteriormente, el vuelo despegó el miércoles a las 6:42 hora local, con destino a Bangor, Maine (Estados Unidos), donde realizó una escala técnica de casi cinco horas.
La última etapa consistió en un vuelo de más de seis horas hasta el aeropuerto de Oslo Gardermoen, completando un trayecto de casi 9.000 kilómetros. Machado llegó a la capital noruega en la madrugada del jueves, tras una odisea que requirió la colaboración de aliados políticos y familiares, así como la intervención de funcionarios estadounidenses.
A su llegada a Oslo, Machado se reunió en el balcón del Grand Hotel con familiares, amigos, aliados políticos de distintos países y decenas de venezolanos que la esperaron durante horas para celebrar el reconocimiento internacional.
El ambiente estuvo marcado por la emoción y el alivio tras días de incertidumbre sobre su paradero y la posibilidad de que lograra sortear los controles del régimen venezolano.
La líder opositora expresó su agradecimiento a quienes arriesgaron su seguridad para hacer posible su llegada, según relató en una conversación telefónica con Jørgen Watne Frydnes, presidente del Comité Noruego del Nobel. “Bueno, en persona, les contaré lo que tuvimos que pasar, y tanta gente que arriesgó su vida para que yo pudiera llegar a Oslo. Y les estoy muy agradecida y esto es una muestra de lo que significa este reconocimiento para el pueblo venezolano”.
Aunque Machado no pudo llegar a tiempo para la ceremonia oficial del Premio Nobel de la Paz, su hija Ana Corina Sosa Machado recibió el galardón en su nombre. En el acto, se leyó un discurso enviado por la opositora, en el que situó la lucha venezolana en el contexto de una travesía colectiva por la libertad.

“Venezuela nació de la audacia, moldeada por una fusión de pueblos y culturas. De España heredamos una lengua, una fe y una cultura que se hermanaron con nuestras raíces ancestrales indígenas y africanas”, afirmó Machado en su mensaje, subrayando la importancia de la primera constitución republicana del mundo hispano en 1811 y la consagración de los derechos individuales y la separación de poderes.
El acto en Oslo estuvo marcado por las denuncias del Comité Noruego del Nobel sobre la situación en Venezuela. Jørgen Watne Frydnes, presidente del Comité, señaló en su discurso que “los regímenes autoritarios aprenden unos de otros. Comparten tecnologías y sistemas de propaganda”.
Frydnes identificó a Cuba, Rusia, Irán, China y Hezbollah como aliados del régimen de Maduro, responsables de fortalecer su aparato de control y represión.
El Comité documentó una larga lista de violaciones a los derechos humanos, incluyendo tortura sistemática y la detención de más de 200 menores tras las elecciones de 2024. Frydnes lamentó la pasividad de la comunidad internacional y llamó directamente a Maduro a aceptar los resultados electorales y facilitar una transición democrática, un mensaje que recibió el respaldo de dignatarios y líderes mundiales presentes, entre ellos los reyes de Noruega y los presidentes de Argentina, Panamá y Paraguay.

La travesía de Machado hasta Oslo se convirtió en símbolo de la determinación de un pueblo que, pese a los riesgos y obstáculos, mantiene viva la esperanza de recuperar su libertad.

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