Martha Argerich y Daniel Barenboim: la comunión embelesada entre dos amigos

La célebre pianista se despidió el martes 6 del Festival Baremboin. A dos pianos con el organizador, deleitaron a la multitud que llenó el Auditorio Nacional.

 


El Festival Barenboim está concluyendo y Martha Argerich se despidió el martes 6 de esta edición con música de Schumann y Prokofiev, acompañada por Daniel Barenboim y los solistas de la West-Eastern Divan.
La Obertura sobre temas hebreos de Prokofiev, para clarinete, cuarteto de cuerdas y piano, abrió la primera parte del concierto, que cerró con el Quinteto en mi bemol mayor de Schumann.
Tratándose de un ensamble que no se conoce lo suficientemente bien, la Obertura funcionó, sobre todo, como una entrada en calor. Argerich y las cuerdas, abrieron el juego con el ritmo animado del primer tema -una melodía atmosférica, con su evocación a la música klezmer, que fue presentada con flexibilidad y gracia por el Jussef Eisa (clarinete)-, y cerraron con los acordes punzantes y la recuperación del tema inicial.
El Quinteto de Schumann (la obra que reemplazó al Quinteto para piano y cuerdas en sol menor, de Shostakovich, en el programa original) es un capítulo monumental en la historia de la música de cámara. Entre otras cosas, ejemplifica como pocas el espíritu de la ejecución camarística. La complicidad y la interacción íntima que exige esta música necesitan, para hacerle justicia, un ensamble que esté constituido como grupo. De lo contrario, el proceso de colaboración puede terminar pareciéndose al de un matrimonio por conveniencia.
Martha Argerich: como siempre, pero un poquito diferente
Los mejores momentos de la obra se escucharon en el comienzo. También cada vez que el liderazgo del piano ayudó a impulsar al grupo y reorganizar su energía dispersa, como en el tercer movimiento, que el piano se lanza hacia adelante con la rapidez de una flecha. Argerich, con su descomunal generosidad, no dejó de inspirar a sus compañeros a alcanzar una elocuencia y vivacidad, como la que lograron en el último movimiento.
El dúo entre Argerich y Michael Barenboim (violín) abrió la segunda parte con la Sonata nº1 en la menor de Schumann. El violinista se escuchó más suelto y expresivo, en particular en el vistoso y efectista tercer movimiento. Otro buen punto de entendimiento entre ambos se dio en el Allegretto.