Editorial Pampa Noticias.


La confirmación de Federico Guidugli como candidato a diputado nacional por la UCR pampeana marca el cierre de un proceso interno tan necesario como turbulento. Lo que debería haber sido una discusión estratégica hacia una propuesta electoral potente y unificada terminó convertido en un reflejo de los vaivenes que atraviesa hoy el radicalismo: desorientación política, acuerdos que se diluyen y alianzas que se frustran.
Durante semanas, la conducción partidaria buscó sin éxito un nombre de consenso que pudiera amalgamar las distintas líneas internas y, al mismo tiempo, sostener un acuerdo con el PRO. Sin embargo, la imposibilidad de encontrar una figura “competitiva” –como reconoció el propio Guidugli en un gesto de autocrítica poco frecuente– hizo naufragar ese intento. El radicalismo pampeano eligió encerrarse en sí mismo, y en ese repliegue volvió a apostar a lo seguro: una candidatura surgida del consenso de los intendentes, con respaldo institucional pero con poco margen para ampliar el frente electoral.
Uno tras otro los más conocidos dirigentes radicales pampeanos, fueron manifestando la “no intención” de ser candidatos en esta elección, y mas bien “preservarse” para disputar la batalla a gobernador de La Pampa en 2027.
El escenario, sin embargo, exige mucho más. Con el peronismo desgastado y una sociedad cada vez más desencantada con los extremos de la política nacional, la UCR tiene una oportunidad histórica de representar a un electorado moderado, que reclama sensatez, gestión y propuestas concretas. Guidugli lo entiende: plantea una “avenida del medio”, una convocatoria a gobernar por encima de la grieta, y rescata su experiencia en General Acha como modelo de apertura y diálogo.
Pero el discurso, por sí solo, no alcanza. Lo que viene exigirá algo más que equilibrios partidarios: se necesita audacia, renovación y compromiso con una agenda que conecte con los problemas reales de los pampeanos. La inflación heredada, la recesión actual, la parálisis de la obra pública, el deterioro educativo y la incertidumbre económica son realidades que no admiten respuestas tibias ni fórmulas recicladas.
En este sentido, la decisión de construir una lista “federal” y con apertura al interior es una señal positiva. Si esa voluntad se traduce en hechos –con representación territorial, nuevas voces y propuestas claras–, la UCR puede volver a ocupar un rol relevante en la política pampeana y nacional.
Octubre está cerca, pero aún hay tiempo. Lo que está en juego no es solo una banca en el Congreso: es la capacidad del radicalismo de reconstruirse como fuerza moderna, abierta y comprometida con una salida colectiva. La sociedad lo está esperando.